† Prologo †

2014-10-25-21-24-10_deco

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Donde se subira el FanFic: Clic Aquí.
Autora: NiinaShadow61
FanDom: Exo & SHINee
Genero: Romance, SongFic, Drama, Engaño.
Advertencia: Lemon, Violación.

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†…Por que lo prohibido, es esa sensación de placer exquicita que todo cuerpo y alma desea sentir.
Aunque lo niegue…

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Se encontraba plácidamente ensayando en la sala que estaba en el tercer piso de la facultad. Si tenia preocupaciones, si estaba nervioso o si necesitaba pensar; venia a ensayar cuando no se encontraba nadie del alumnado rondando los pasillos. Así, podía descargar toda esa mala energía bailando. Era mil veces mejor que quedarse en casa y comerse la cabeza con todas esas cosas que tenia en mente.

Se miraba en cada espejo de la sala. Su posición, sus movimientos, su energía y sutileza. Algunos movimientos debían ser corregidos y su destreza tenia que ser mas. En un giro, quedo petrificado al ver en el espejo un reflejo que no era el de su cuerpo. El menor le sonreía aparentemente tierno, mientras en sus ojos se reflejaban ese brillo de maldad.

Frunció el ceño con obvio mal humor e incomodidad. Camino hasta la estéreo apagando la musica y recogió su mochila colgándola en su hombro derecho. Sin dirigirle mirada alguna a la persona que allí con el se encontraba, tomo el pomo de la puerta decidido a irse del lugar, pero esta no abrió. Con nervios, lo giro y giro, pero nada.

Estaba bajo llave.

« No puede ser cierto… »

Susurro en su miedosa mente.

Miro al peli negro con enojo, pero este solo sonrió ampliamente mostrando una perfecta dentadura y sus orbes cafés chispeaban de anticipación a lo que el asumía que era malo viniendo de el.

—Necesitamos hablar Hyung…—Susurro el menor acercándose al mayor.

—T-tu y yo no tenemos nada de que hablar…

— ¿A no?

Sonrió ladino, esto lo había planeado desde un principio.

Su amigo le dejo solo en los lavados y por casualidad del destino vio al mayor subir las escaleras. Le siguió en silencio y le miro bailar con esa sensualidad de la que era poseedor y no se daba cuenta. A los pocos minutos se acordó de que le había sacado copia a las llaves de su Hyung. No era una simple atracción, era mas que eso. Lo que sentía iba mas allá de querer suyo ese cuerpo, el quería poseer todo de el.

Pero había alguien en medio y tenia que sacarlo como sea.

Se acerco con determinación acorralando al mayor entre su cuerpo y la pared de espejo.

« Seria lindo tomarlo aquí y mirar cada una de sus reacciones por medio de los espejos. Seria bastante erótico »

Pensó en su retorcida mente.

Cuando su espalda choco contra el espejo, supo que estaba perdido y que no tenia salida de la prisión que eran los dos brazos del menor a cada lado de su cabeza. Sentía la respiración del peli negro en su rostro y sus mejillas calientes.

—Es tonto que sigas negando el echo de que no provoco nada en ti Hyung…—Eso lo sabia y no tenia por que recordárselo.

—Tengo novio… Y le amo…

—Eso lo se. Pero lo que hicimos te gusta y no tienes por que amarlo… Solo disfrútalo.

Se lo medito por varios minutos. ¿Seria capaz de hacerlo?

No llego a un respuesta al sentir los labios delgados, húmedos y desesperados del menor haciendo contactos con los suyos.

Se sentía tan jodidamente bien, que la sensación de hacer algo malo por primera vez…

Le pudo y se entrego a ese placer de lo desconocido y prohibido que su cuerpo le gritaba.

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Entro por la puerta de aquel bar, el era estudiante de intercambio e ingresaría a la universidad; pero por ahora trabajaría en este pequeño local de bebidas del cual su tío era el dueño, pues se encontraba de vacaciones. Se encargaba de atender las mesas, lavar los platos, limpiar el lugar, recibir propuestas indecentes y números de teléfonos que realmente no le importaban y desechaba enseguida sin siquiera verlos.

Algunas veces le pedían que cantara o tocara el pequeño piano que ahí se encontraba. El lugar era cálido y acogedor.

Pero desde que aquel chico de ojos grandes lo frecuentaba, para él se convirtió en un lugar excitante, ya que esos grandes orbes negros lo observaban a la lejanía; como esos labios gruesos se curvaban en una sonrisa ladina que lo hacía estremecer y alertaba sus sentidos y algo más.

Ya llevaba dos semanas en lo mismo, el chico alto llegaba, se sentaba en la misma mesa, bebía, lo desnudaba con la mirada y luego se iba. Sin más; y no era como si le importara, claro que no le importaba.

Según el. Sin embargo, para el estaba mal, por que no le conocía, no sabia NADA de él, era un completo desconocido; pero había algo en el que…

Le gustaba…
Le atraía…
Lo excitaba…

Y para su humillación y digo humillación porque el NO rogaba, a él LE rogaban y esta era la primera vez que se sentía así, tan nervioso, cohibido, ansioso, deseoso por un beso de esos gruesos labios, por una caricia de aquellas grandes manos; quería enredarse con él en su cama, probarlo y saciarse de él. Sus sueños húmedos no lo ayudaban, solo lo hacían desear más a ese chico de orbes negros.

Llego al Bar por mera casualidad, había discutido con su novio por culpa del amigo del mismo, su garganta esta seca por lo anterior y sus pasos lo guiaron a ese lugar sin saber. Se acomodo en una mesa alejada y le vio.

Nunca imagino conocer a una persona con la belleza de un ángel, (No sabía cómo eran) pero tal vez serian como el.

Un par de orbes cafés con un sutil delineador de ojos color negro, unos labios rosas, delgados de sonrisa coqueta, su cabello de color rojo violeta hacia un perfecto contraste con su pálida piel, una figura delicada, fina y sensual que lo enloquecía, lo excitaba, lo atraía como el imán al hierro.

Pero estaba mal, muy mal. Tenía novio, lo quería; pero a este chico…

Lo deseaba.

Sus labios tenían un sabor tan diferente, tan prohibido, tan adictivo.

—¿Ti-enes no-novio?—Pregunto el peli rojo violeta entre jadeos.

—No…—Mintió mientras su miembro se abría paso entre la estrecha cavidad de su amante.

Él pensó que con solo una vez estaría satisfecho, pero creyó mal. Esa vez, se convirtió en dos semanas y muy pronto entres meses de una relación prohibida llena de sexo y pasión como nunca antes la había experimentado.

Para ellos esto era el cielo en la tierra.

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—Quédate…—Susurro en el oído del contrario mientras mordía su lóbulo. Pero solo obtuvo una risita traviesa, un suspiro y un jadeo como respuesta.

Descendió por la lechosa espalda entre besos y lamidas, sin dejar marca; pues esa, era una regla. Se esmeró en aquel lugar donde se situaba aquel tatuaje que tan bien describía a la persona que estaba sometida a sus caricias, sin embargo, él era él sometido.

Estaba sometido a esa piel suave y blanca que desprendía un olor tan único, tan adictivo, porque eso era el, una droga que una vez que probada, no podrás dejarla y solo podrías perderte en ella una sola vez.

—Basta…—La suave pero demandante voz de su amante se escuchó en la silenciosa habitación y, como buen sumiso. Se detuvo.

—Quédate……—Le suplico nuevamente, pero el de cabellos color plata se hizo oídos sordos, se levantó de la cómoda cama y busco su ropa.

De espaldas a él y con extrema lentitud, se puso cada una de sus prendas meneando sus caderas, provocando a la persona de piel morena que aún se encontraba en la cama desnudo, solo con la sabana cubriendo de su cintura para abajo y la pequeña protuberancia, mostrando la excitación de su hombría.

—Afortunado aquel que pueda tenerte más de una vez—Hablo con roca, voz que al de cabellos de plata le encantaba.

— ¿Como tú?—Musito en tono grácil y sensual para sus oídos.

—Si…—Suspiro—Va tan bien contigo— Alago con tono cargado de lujuria mirando la perfecta piel sin mancha, excepto la zona donde se encontraba aquel tatuaje siendo cubierto por la ligera camisa negra.

—Por eso me lo hice…—Se miró a el espejo y peino sus plateados cabellos.
—Un Ángel Caído, que disimula la maldad bajo un rostro divino y perfecto—Susurro.

— ¿Eso crees?—Murmuro el peli plata con gracia.

—Eso es lo que tu quieres que crean…

El peli plata enmudeció y termino de arreglarse. Con un beso se despidió de uno de los tantos con lo que había tenido sexo, pero este; sin duda alguna, era especial. Era como un deseo incontrolable, una sensación de placer exquisita que solo él le brindaba y eso le asustaba.

El moreno, observo la puerta y como aquel cuerpo que había hecho suyo con tanta urgencia, pasión, lujuria, desenfreno y amor se marchaba de la habitación. Lo hizo suyo nuevamente y esa era la felicidad que le llenaba el pecho. Sin embargo, esa felicidad no estaba completa, pues se había convertido en un esclavo de ese cuerpo como muchos, aunque él era un privilegiado porque lo ha hecho suyo más de una vez, se convirtió en víctima de su propio juego e irremediablemente, sin poder evitarlo.

Se había enamorado

El peli plata caminaba por las calles no tan solitarias de Seúl. Su delgada y fina figura desprendía sensualidad a cada pisada y contoneo de caderas, ese rostro tan angelical que te invitaba a pecar, pero detrás de ella se escondía una mente perversa, un corazón vacío, sin sentimientos, hueco y sin vida, solo movido por una sola cosa; SEXO. Solo eso existía para él, nada de relaciones, nada de amor, nada de aquel sentimiento que llego a dañarlo y lo hicieron dejar de creer en él.

Fue violado, humillado y golpeado a sus 16 años. Dejo de creer en todo, sus puros y blandos sentimientos fueron burlados, su cuerpo manchado y su corazón marchitado. Ahora, él era de muchos, pero a la vez de ninguno. Háblale de fiestas, trago, baile, juego y placer, solo así; podrás tener su atención.

Aunque la persona que había dejado hace unos minutos en el cuarto de hotel, solo con esa sonrisa que le regalara cada mañana al peli plata, sería suficiente para llamar enteramente su atención.

Claro, eso nunca lo admitiría.

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Tan pronto como le había llamado, ya se encontraba en la casa de su amigo. Lo encontró en un rincón del apartamento desconcertado y con el móvil en la manos marcando el numero de su novio. No entendía que pasaba.

Le había llamado como la única persona en la que podía confiar. Solo el, solo su mejor amigo podía ayudarle.

—Me engaña… Lo sé—Susurro con un hilo de voz. Lo presentía, su corazón se lo decía.

— ¿Y porque no haces lo mismo?—Sugirió su amigo mientras acunaba sus sonrosadas mejillas.

Le dolió ver esa expresión dolida en su persona amada, pero lo único que podía hacer era consolarlo. Con sus pulgares retiro las lágrimas que su amor había derramado y con un beso en la frente, otros dos en sus párpados, uno a cada una de sus húmedas mejillas finalizando en sus labios logro que dejara de llorar.

—N…no, Hyung, no puedo—Musito en un suspiro de satisfacción por el beso anterior.

—Sí, si puedes—Dirigió su cabeza al blanquecino cuello del menor. Beso, lamió, chupo, mordió y marco aquella zona erógena escuchando como respuesta jadeos y gemido reprimidos.

—Pa-para, Hyu-Ahh—Gimió y protesto. Pero sus brazos rodearon los hombros del mayor atrayéndolo mas cerca de su cuerpo.

—Shhh pequeño, solo déjate llevar, sé que lo deseas tanto como yo—Y su mejor amigo no mentía, lo deseaba.

El dolor por el engaño de su novio y la sensación agradable que las caricias que su amigo le brindaba y el sentido de lo prohibido, se unieron en un solo sentimiento.

Placer.

Poco a poco, caricia a caricia, beso a beso, la ropa fue desapareciendo. Su amigo lo recostó en el amplio sillón, se acomodó entre sus piernas creando una deliciosa fricción en sus erectos miembros que estaban presos por la tela de sus pantalones. Los besos subían de intensidad, sus lenguas tímidas se saludaban por primera vez; sus corazones sincronizados, sus respiraciones entrecortadas, sus manos inquietas tocando el cuerpo contrario, todo se sentía maravilloso.

El menor sabía que estaba mal, pero no quería detenerse, quería que su amigo lo hiciera suyo, la culpa le asechaba… Pero si su novio en estos momentos se encontraba haciendo lo mismo que el…

¿Cual era el problema?

El ser poseído por otro cuerpo al cual deseas era una sensación tan exquisita, tan placentera, Tan prohibida que le había cegado y dejado con ganas de mas. No obstante, siempre esta esa vosecilla que te dice lo que esta bien o mal.

—Esto no debió pasar…—Musito con lamento en su voz tratando de cubrir—Inútilmente—su desnudo y marcado torso con una manta.

— ¿Te arrepientes?—Cuestiono su amigo arrebatándole la manta de color rojo y encimandose sobre su cuerpo en medio de sus piernas— ¿Te arrepientes?—Repitió la pregunta anterior. Realizo un delicioso movimiento de caderas chocando su semi-erecto miembro con el ya duro del menor.

—Mmng~ N-no, que es lo peor…

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La tarde cayo en la facultad.

La biblioteca se encontraba sola a esas horas y ya que estaba lo suficientemente alejada de la facultad, se podía apreciar una silenciosa y tranquila aura. No necesitaba mas que eso. Un lugar simple donde poder pensar y leer en paz. Las persianas estaban abajo y las ventanas abiertas haciendo que se danzaran con el viento.

Recorría los pasillos mirando los grandes estantes repletos de libros buscando algo que leer, pero ciertamente ya se había leído casi todos los de esta sección. Suspiro y tomo uno libro de tapa aterciopelada y gruesa. Ese libro hacia dos meses que se lo había leído, pero no teniendo nada mas que hacer, lo escogió por que también era su favorito.

No tenia mucho que hacer en casa a decir verdad y era mejor quedarse en este lugar a ir a escuchar las constantes discusiones de sus padres. Tal vez debería aceptar la proposición de su amigo e irse a vivir con el. Sus padres no le daban nada, ni un peso para el; a demás era becado. ¿Que le detenía o amarraba a su casa?

Salio de clases temprano, por mas que busco a su novio no le encontró ni en su aula de clase, ni en ningún pasillo o lugar de la facultad e intento llamarle, pero el móvil se iba a buzón; así que pensando que se encontraba ocupado, se tomo a la libertad de ir a ese lugar. Tal vez encontraría a su amigo. Camino por el caminito de piedras rodeado de aboles, la época estaba cambiando.

Abrió la enorme puerta que hizo ruido y molesto a sus sensibles oídos. Todo era tan silencioso que algunas veces fastidiaba.

— ¿Quien esta allí?—Pregunto esa voz que le hizo sonreír.—Hola… ¿Quien anda ahí?

Se escabullo de forma sigilosa redondeando los pasillos apareciendo detrás del mayor y sin pensarlo dos veces; se lanzo a por el y cubrió con sus manos los ojos del mayor no teniendo el resultado que esperaba.

— ¡Ahhhhhhhhhh!—Grito asustado y como pudo se giro lanzando manotazos— ¡Ayudaaaa!

— ¡Auch!—Se quejo.— ¡Ey, Hyung soy yo!

— ¡Idiota!

— ¡Lo siento, auch!

Gimió dolorido y se culpo al ver el rostro de su Hyung. Con miedo es sus ojos y sus sonrosadas mejillas bañadas en lágrimas.

—Hyung… Lo siento.

—Eres un idiota

—Si lo soy…

Con sigilo se acerco al mayor y lo abrazo besando cada mejillas y su frente como tratando de apaciguar su llanto.

— ¿Qu-que haces?—Pregunto nervioso y en espasmos por el llanto.

—Hmm… Nada.

Siguió besando el rostro del mayor. Se me hacia tan tierno y hermoso que era increíble que fuera mayor que el, solo le daban ganas de protegerlo y de… De…

Sus labios se encontraron en un efímero contacto que les hizo suspirar. El peli rojo miro el rostro sonrojado del mayor y sin nada ni nadie que pudiera interrumpirles, le atrajo a su cuerpo besándole con ganas y deseo reprimido.

A pasos nerviosos, fueron retrocediendo y el cuerpo del mayor se vio recostado en una de las mesas de la gran y silenciosa biblioteca.

El menor se olvido de su novio y el mayor, de que era su amigo. Solo se besaron y se entregaron como lo habían deseado desde hace mucho.

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°•° Nota °•°
Hola neñas mortales. Les he traido este chenchualon prologo para que leean de que va la historia.
¿Muchos engaños? *-*
Las relaciones prohibidas siempre son mejor xD Bueno, hermosas nos estamos leyendo en esta semana algun dia.

Informo que:

Aless, ha estado ocupada; por lo que se disculpa con ustedes por no poder actualizar.
Pero, pero, peerooo Lo hare yo wiii xD
como os dije. Las dos trabajaremos juntas. Asi que en esta semana las sorprendo con una capitulo de The Future Was Waiting For Us *-*

No siendo mas, deseo que les haya gustado este prologo y nos leemos ^^
Bye